Hoy hemos madrugado, la etapa así lo exige, a las cinco de la mañana, carretera y manta. En el mismo Nkob ya nos adentramos por pistas, por delante 140 kms de pedaleo, haremos un trozo en los coches para pedalear de nuevo y llegar en las bicis a las dunas, el sueño dorado. A pocos kilómetros de Nkob, a nuestra derecha tomamos las pistas, el territorio es árido, algunas zonas el suelo arenoso combinado con tule, durante todo el trayecto vamos acompañados de dromedarios y acacias, el territorio es plenamente africano, a partir de las nueve de la mañana, el clima empieza a ser extremo, alcanzando en algún punto casi los 50ºC, el agua empieza a hacer acto de presencia, algunos pozos en el camino, nos ayudan a refrescarnos y las paradas a la sombra de las acacias se multiplican kilómetro a kilómetro.
Aunque es predesierto, alguna pequeña duna formada principalmente por tormentas hacen acto de presencia y hay tramos donde pedalear, requiere un esfuerzo extra, lo hacemos prácticamente en plano, surcando en muchas ocasiones pequeños pasos que se forman entre las cadenas montañosas, a nuestra derecha el Tafilalet y a nuestra izquierda el Sargho. La zona es espectacular, grandes espacios, abiertos, algunas palmeras diseminadas y los primeros oasis.
Antes de mediodía tenemos que reponer fuerzas, melones, sandias, naranjas y grandes dosis de frutos secos, nos ayudan a continuar.
Antes de mediodía, nos encontramos a unos cuarenta kilómetros de Rissani, es en ese lugar donde embarcamos bicis y “biciclistas” en los coches, llegamos a Rissani, la antigua Slimjassa, una ciudad grande con un gran mercado, ahí paramos a comer, la típica pizza bereber, una especie de empanada, rellena de carne y verduras muy, muy especiada, todos los ,lugareños nos miran como si hubiésemos salido de otro planeta, vestidos de bikers, contrastamos con chilabas, burros y turbantes de variopintos colores.
Continuamos, nuestro destino está a una treintena de kilómetros, a tan solo unos cinco o seis, volvemos a subir en las bicicletas, aquí si, el terreno es más arenoso, teniendo que buscar siempre las zonas más duras, Jordi ya nos ha alertado de que no siguiésemos sus rodadas y que fuésemos nosotros mismos los que buscásemos la ruta adecuada, aquí ya de nada sirven los sprays, los coches van muy lejos, tanto los dos escobas como el de Jordi, lo vemos a lo lejos como un punto brillante buscándonos y guiándonos hacina el lugar, aunque ya nos ha señalado con todo lujo de detalles a la duna (o la zona) donde vamos, a priori y con las explicaciones, el perderse no representa problema.
Al final llegamos a la cordillera de dunas, son impresionantes, el sol empieza a caer y los colores que estas desprenden son irreales, impresionante.
Pedaleamos bordeando las dunas, nos dirigimos a un poblado llamado Hasie Labied, es el centro de operaciones de Kasbah Expedicions y tanto el mismo Jordi, como Hassan, Moha y Kebir oriundos del lugar, se sienten como en casa, conocen el medio igual que los escorpiones.
Llegamos a Hasie Labied, un poblado típicamente sahariano a pie de dunas, con un buen oasis y un pozo, el lugar es precioso y nuestro estreno en el desierto el mejor.
Nos dirigimos a un Albergue, donde pasaremos estos días, un buen lugar con vistas de excepción a las dunas, buenas habitaciones y buena piscina, el trato impecable.
Nos instalamos como flotando en una nube, esta noche cena y fiesta de recepción en casa de Hassan, compañero de Jordi en el vehículo guía y nuestro cocinero en la expedición.
Hoy la etapa ha sido larga y dura, más aún acompañada de las altas temperaturas y de las etapas que llevamos acumuladas que empiezan a notarse.
Pero sea como sea, esta valiendo la pena, un lujo.Estamos en el desierto.
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