domingo, 14 de mayo de 2006

Camino de Nkob




Nos encontramos en el corazón del Sargho, apenas a unos kilómetros de Nkob, la etapa anterior ha sido larga (casi 130 kms) y lo últimos tramos de bastante dureza, la noche anterior ha sido agradable, decidimos hacer una ruta por este mar de rocas, que poco a poco y entre valles de palmeras, nos tiene que conducir hasta Nkob.
Pensando que la etapa de mañana será larga, por predesierto y teniendo en cuenta que las temperaturas empiezan a ser altas, 45ºC, creemos que explorar esta zona y entrar al palmeral de Nkob como final de etapa, después del mediodía sería perfecto, Jordi nos habla de una Kasbah Hotel, con cierto encanto, donde poder reponer fuerzas para los días venideros, creemos que os lo oportuno.
Pedaleamos por una pista bastante mal trecha por las ultimas lluvias, rodeados de montañas, la zona es espectacular, bonita, muy bonita y lo mejor, con trafico prácticamente nulo. Sin prisas, pero sin pausas, recorremos senderos, atajos, visitamos casas diseminadas, varias minas, después de ascender desde el valle a un promontorio, delante nuestro una panorámica impresionante, a nuestra derecha el principio del Valle del Dra, justo enfrente, a lo lejos el palmeral de Nkob y a nuestra izquierda el Tafilalet ya hace acto de presencia y se vislumbran esas primeras brumas saharianas tan típicas, la zona del Erg Chebi, nuestro destino.
Hoy Angel el veterano del grupo, se decide y monta a lomos de su veteranísima bicicleta, hace la etapa completa.
Antes de llegar a Nkob, encontramos en el camino a un hombre trabajando en el campo, nos ve tan exhaustos, hace mucho calor y un sol de justicia, que nos invita a su casa a tomar un refrigerio, el refrigerio en cuestión –y hace apenas un par de horas que hemos desayunado- se trata de pan caliente, te, mantequilla, nueces, dátiles y una especie de pasta de cacahuete que según nos cuentan es lo que se come para Rabadán, es impresionante la hospitalidad de estas gentes, incluso insiste en que nos quedemos a dormir, en el pozo próximo, tomamos un refrigerio que nos ayudará a seguir camino. Gracias amigo, muchas gracias, un nombre era Bata.
Descendemos y descendemos, a lo lejos vemos un inmenso río seco, debe tener en según que zonas no menos de 2 kilómetros de ancho, si buscáis en el google la imagen que he puesto y la ampliáis os daréis cuenta de lo que digo, la zona es preciosa.
Al fin entramos en Nkob, es mediodía, Jordi se ha adelantado y al llegar al hotel lo tenemos todo preparado, habitaciones, comida y baño en la piscina, si me viese mi mujer!!!!!! Esto es lujo oriental.
Después del gratificante baño una estupenda comida y después una buena siesta.
Acabamos el día con una visita por el palmeral de Nkob, es una ciudad preciosa, pequeña y en el corazón de las antiguas rutas caravaneras, nos vamos a dormir con la ilusión de que mañana, y ahora si, pedalearemos por la añorada arena.
Que no nos pase nada con el calor



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