Amanecemos en el desierto, la etapa de hoy, se trata de una etapa sorpresa, salimos temprano del albergue, bordearemos de nuevos las dunas para ir en dirección de un oasis que se encuentra a unos 40 kilómetros de Hasie Labied, preferimos y a petición de los organizadores, preservar el nombre y el lugar, según nos comentan, cada vez más proliferan turistas sobre todo del mundo del motor 4x4, quads, etc y no quieren que zonas como esas se estropeen o dejen de tener su encanto y virginidad, por lo tanto, podemos llamar a ese oasis el Oasis del Pan Duro.
Hoy de nuevo, las temperaturas hacen estragos, muchisima calor, poco normal en estas épocas del año,pero así es.
El suelo no es de lo más adecuado para hacer bicicleta, pero ya sabemos, estamos en el desierto, empezamos a coquetear con las primeras dunas, grandes extensiones de ese brillante elemento entremezcladas con territorio volcánico de piedras negras, hasta el momento, ni siquiera un pinchazo, pero hay que empezar a tener cuidado con las caídas.
Los noventa kilómetros de hoy creo que pasaran factura, las piernas cada vez más cansadas, pero estamos pletóricos, estamos en el desierto.
Pañuelo a la cabeza, como mandan los cánones, pedalear entre medio de las dunas es una autentica gozada, incluso encontramos a niños del lugar que con bicicletas totalmente destartalas, nos enseñan las formulas para y por donde atravesar dunas e incluso saltarlas, son unos artistas.
Avanzamos y cada vez va quedando menos arena, entramos de nuevo en grandes plateaus, muy parecidos a los de la etapa de ayer, de nuevo acacias, nómadas y dromedarios, pequeñas colinas y oasis de palmeras diseminados, de nuevo esa sensación de soledad de magnitud, buena etapa y eso que la sorpresa está por llegar, atrás quedan las dunas.
Después de unas tres horas, vemos a lo lejos como emanando del suelo, un impresionante oasis, como emergido en la tierra, al principio solo vemos una gran mancha verde, de copas de palmeras, ese es el destino.
Cuánto más nos acercamos, más nos impresiona es bellísimo. Al llegar vemos en ese barranco la magnitud del lugar, incluso una pequeña cascada y un buen pozo, estamos solos completamente solos, a excepción de algún rebaño de dromedarios con sus correspondientes nómadas, alguna jaima diseminada y nosotros.
Bajo unas palmeras y al pozo Jordi y Hassan nos tienen preparada la comida y como no podría ser de otra manera algo especial, una paella, si, como lo oís, una paella, de grandes dimensiones, para 12, incluso con calamares, verduras, pollo, cocinada con hojas de palmera, todo un lujo en un lugar como este, toda la logística en marcha, alfombras, tetera, todo, vamos ni el mas grande de los emires, sería sorprendido de esta manera.
Esto es organización, si señor.
Después de comer, una siesta y de nuevo a pedalear hacia Hasie Labied, pero esta vez lo haremos por otra ruta, a fin de llegar con la luz del sol, esta gente se las sabe todas.
Efectivamente llegamos al poblado con los últimos rayos, al albergue y de cabeza a la piscina.
Buena, buenisima etapa la de hoy, no me extraña que estos elementos quieran preservar el medio y el lugar y desde luego que les felicito por hacerlo, prueba de ello es que cuándo nos hemos ido allí no quedaba ni una mota de polvo, todo recogido, no solo lo nuestro si no restos de otros visitantes, que por lo visto consideraron que el oasis estaría más bonito con unas cuantas latas de cocacola y algunas botellas de agua vacías.
Fácil de entender ¿no?